Ya sea por su sabor dulce o su valor nutricional, el plátano es uno de los alimentos que casi nunca faltan en el hogar. La popular fruta, también llamada ‘banana’, resalta por su aspecto alargado y su color amarillo cuando se encuentra lista para ser consumida. Sin embargo, su aspecto no siempre fue como el actual.

Hace 7.000 años, antes de que el hombre empiece a domesticar el plátano, esta fruta contenía múltiples semillas negras en su interior y no era tan comestible; ya que la cantidad de su pulpa era muy reducida, si la comparamos con su variedad más exportada en la actualidad: el plátano de seda o Cavendish.

 Originalmente, el plátano contenía semillas negras y duras en su interior y también menos pulpa. Foto: S. Carpentier

Originalmente, el plátano contenía semillas negras y duras en su interior y también menos pulpa. Foto: S. Carpentier

La compleja domesticación del plátano

La gran mayoría de plátanos que hoy se cultivan en todo el mundo desciende de un ancestro común denominado Musa acuminata, que surgió hace 10 millones de años entre Asia, Australia y Oceanía.

Originalmente, es decir, en su estado silvestre, gran parte de la fruta no se podía comer. Por ello, nuestros ancestros se restringían a consumir las flores y los tubérculos subterráneos que proporcionaban las plantas. Asimismo, aprovechaban las fibras del tallo para fabricar ropa, cuerdas y otros accesorios de uso cotidiano.

No se sabe con exactitud cómo ocurrió la domesticación del plátano silvestre por el hombre; pero existe evidencia arqueológica de que este proceso sucedió hace aproximadamente 7.000 años en el valle de Kuk, en Papúa Nueva Guinea, de acuerdo con un estudio de octubre de 2022, publicado en Frontiers in Plant Science.

Comparación entre un plátano comercial y un plátano silvestre actual con semillas. Foto: Julie Sardo

Comparación entre un plátano comercial y un plátano silvestre actual con semillas. Foto: Julie Sardo

La domesticación del plátano se produjo cuando el hombre, con su conocimiento empírico sobre genética, cruzó distintas especies ―una M. acuminata y otras dos especies desconocidas, según la investigación― para crear una versión de la fruta que no tenga semillas y así también sea digerible.

Al tener semillas estériles, la reproducción del plátano solo ocurre mediante esquejes, fragmentos del tallo de la planta; por tal motivo, se requiere intervención humana.

El plátano moderno, tal como hoy lo conocemos, recién llegó a Europa en el siglo X y, luego, a América en el siglo XVI, transportado por los colonos españoles y portugueses, según un artículo de la Universidad de Arizona.

¿Por qué los científicos investigan el origen del plátano?

Los científicos investigan los orígenes del plátano no solo para averiguar la historia de la domesticación de la planta, sino también porque buscan encontrar antiguos parientes vivos para, así, estudiar su genética.

Al ser una fruta sin semillas, los distintos tipos de plátanos, pese a ser diversos, comparten casi el mismo material genético: una característica que vuelve a las plantaciones más vulnerables ante las plagas.

Un claro ejemplo de ello fue la merma casi total del plátano Gros Michel ―la más vendida antes del plátano Cavendish― en la década de 1950 debido a la enfermedad de Panamá, un hongo que interrumpe la fotosíntesis de la planta.

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