El 20 de junio se llevó a cabo el Día Nacional de la Lucha contra la Hepatitis B, en el cual tiene como objetivo promover acciones que favorezcan la prevención de la hepatitis, una enfermedad que ha cobrado varias vidas en su paso.

La hepatitis B es una infección hepática potencialmente mortal causada por el virus de la hepatitis B (VHB). Constituye un importante problema de salud a nivel mundial, se adquiere, principalmente, mediante el contacto con la (transfusiones de sangre, tatuajes, intervenciones quirúrgicas o dentales con instrumental contaminado) o secreciones que contienen al virus (principalmente por vía sexual), y también lo que se conoce como transmisión vertical, es decir de la madre al niño al momento del parto.

“La hepatitis B se queda en el organismo por el resto de la vida de la persona, en forma oculta, pudiendo causar graves daños como cirrosis hepática e incluso cáncer del hígado. Existen formas de prevenir esta infección, en primer lugar, la vacunación universal, es decir vacunando a todo recién nacido, que se realiza en forma gratuita en nuestro país. Existen varias formas de presentación de esta vacuna, sola o combinada con otras”, señaló el doctor Martin Tagle, gastroenterólogo de la Clínica Anglo Americana.

Es importante señalar que la mayor parte de los afectados no experimentan síntomas durante la fase de infección aguda, aunque algunas personas presentan un cuadro agudo con síntomas que duran varias semanas e incluyen coloración amarillenta de la piel y los ojos (ictericia), orina oscura, fatiga extrema, náusea, vómitos y dolor abdominal.

Asimismo, un pequeño grupo de personas con hepatitis aguda puede sufrir insuficiencia hepática aguda, que puede provocar la muerte. En algunos casos la hepatitis B puede causar también una infección hepática crónica, que posteriormente puede dar lugar a cirrosis hepática o cáncer de hígado.

Ante ello, la OMS recomienda aplicar la vacuna a los recién nacidos, en las primeras 24 horas de vida y de cumplir con el esquema de vacunación. Además, se debe aplicar a las personas que estén más expuestas a la transmisión de la enfermedad como los trabajadores de salud y a las personas en riesgo que potencialmente podrían ingresar al programa de hemodiálisis como hipertensos, diabéticos, entre otros.

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