La parada cardíaca súbita “es una pérdida brusca del pulso y del conocimiento causada por un fallo inesperado de la capacidad del corazón para bombear sangre de manera eficaz al cerebro y a todo el organismo. Suele estar causada por arritmias potencialmente mortales y anomalías en el sistema eléctrico del corazón”, explica la Fundación Española del Corazón.
“Si el corazón deja de funcionar, es decir, si hay un paro cardíaco, el flujo sanguíneo se detiene, los órganos empiezan a fallar y, en cuestión de minutos, la persona muere. Pero cuando el paro cardíaco puede detectarse y tratarse de inmediato, es posible evitar daños serios a los órganos, al cerebro y evitar la muerte”, apunta esta entidad.
El primer paso, reconocer la parada cardíaca
Asimismo, indica que es algo que puede ocurrirle a cualquier persona, tanto adultos como niños, “e incluso a alguien que parecía gozar de buena salud”.
“La víctima de la parada cardíaca súbita pierde en primer lugar el pulso, luego el conocimiento y, finalmente, la capacidad de respirar. Todo ello ocurre rápidamente, en unos segundos. Si se realiza un electrocardiograma, no se detecta actividad eléctrica proveniente del corazón o se detecta una arritmia, por lo que no se produce una contracción eficaz del corazón”, detalla.
Para poder actuar correctamente, el primer paso es saber reconocer una parada cardíaca.
En este sentido, la Fundación Española del Corazón indica que ante cualquier persona desplomada hay que comprobar si respira y responde a estímulos. Si no lo hace, se debe avisar de inmediato al servicio de emergencias. En la llamada hay que especificar que se trata de una posible parada cardíaca e indicar la localización más exacta posible.
Del mismo modo, Nuño Azcona, director general de B+Safe, compañía especializada en tecnologías de la salud y seguridad para empresas, afirma que “lo primero es asegurarnos de que ni la víctima ni nosotros corremos ningún peligro. Tras haber hecho esto, colocaremos una mano en la frente de la víctima y otra por debajo de la barbilla y comprobaremos que no tiene ningún objeto en la boca que le impida respirar. Acto seguido, comprobaremos si respira o no”, detalla.
Azcona apunta que, para apreciar si respira o no, hemos de colocar nuestra cara cerca de su boca y su nariz y observar si su vientre sube y baja.
“Con anterioridad se tomaba el pulso para ver si tenía latido, pero hay pulsos muy débiles y difíciles de detectar por personal no sanitario”, aclara.
El masaje cardíaco, fundamental
“Si la persona no respira, hay que llamar de inmediato a los servicios de emergencia, comenzar a realizarle un masaje cardíaco y utilizar un desfibrilador si hubiese uno disponible”, indica.
Para hacer el masaje cardíaco nos tenemos que poner de rodillas junto a la persona que está tirada en el suelo, “colocar la mano que utilicemos habitualmente debajo y la otra mano encima con los dedos entrelazados y poner los brazos rectos de modo que todo nuestro peso nos ayude a realizar la maniobra. Entonces, presionamos con el talón de la mano en el centro de los dos pechos, con una presión de 5 a 6 centímetros en adultos y de 4 a 5 centímetros en niños que pesen menos de 25 kilos. En el caso de los bebés, la maniobra se realiza con los dedos índice y medio”, describe.
“Durante los últimos años hemos aprendido que la respiración boca a boca es ineficaz cuando la realiza personal no entrenado. Lo realmente importante es el masaje cardíaco correcto”, precisa la Fundación Española del Corazón.
“Es fundamental que el masaje lo inicie la primera persona que vea la parada cardíaca y se mantenga en el tiempo. Si esperamos a una ambulancia sin hacer nada, lo más probable es que la víctima fallezca”, advierte esta entidad.
En caso de que haya un desfibrilador disponible, Nuño Azcona afirma que lo ideal es utilizarlo en primer lugar.
“El desfibrilador realiza un electrocardiograma que comparará con los electrocardiogramas grabados en su memoria. En caso de que el equipo confirme la parada cardíaca, el desfibrilador nos indicará que es necesaria la descarga y que tenemos que pulsar el botón iluminado en ese momento. No debemos tocar a la víctima para que la descarga sea efectiva”, manifiesta.
Los desfibriladores, fáciles e intuitivos
“Si la primera descarga no ha sido suficiente, el equipo nos indica que sigamos realizando el masaje cardíaco y volverá a hacer otro electro para ver si se necesita otra descarga. El equipo seguirá evaluando a la víctima hasta que vuelva a respirar y nunca indicará descarga si no es necesaria”, añade.
En este sentido, Azcona destaca que si conseguimos que la persona comience a respirar, debemos colocarla en la posición lateral de seguridad y esperar la llegada de los servicios de emergencia.
En lo relativo al uso del desfibrilador, el director de B+Safe asegura que es muy sencillo pues el equipo nos va dando todos los pasos a seguir.
“En el mercado existen unos equipos más fáciles e intuitivos que otros. Los más innovadores poseen teleasistencia directa de un especialista de emergencias. Estos equipos son muy fáciles de utilizar, pues muestran dónde debemos colocar los parches y, si se necesita una descarga, nos indica en qué momento pulsar el botón”, aclara.
Azcona señala que es especialmente conveniente que haya desfibriladores en aquellos lugares en los que se congrega un amplio número de personas, “como estaciones de autobuses, trenes, metros, aeropuertos, centros comerciales, colegios, hoteles, lugares de trabajo, residencias, recintos en los que se practiquen actividades deportivas e incluso en urbanizaciones”.
“Cuando es posible efectuar la desfibrilación en el primer minuto, las posibilidades de supervivencia son de un 90%, según informes del Ministerio de Sanidad. Esta efectividad disminuye muy rápidamente, concretamente por cada minuto de retraso en desfibrilar se reduce la supervivencia entre un 7% y un 10%, de forma que después de 10 minutos las posibilidades de sobrevivir son mínimas”, concluye Azcona.