El poderoso fenómeno meteorológico de El Niño contribuyó, junto con el cambio climático, a elevar las temperaturas globales a nuevos máximos en los últimos meses.
Ahora ha terminado, según indicaron este martes los científicos de la Oficina Australiana de Meteorología.
El Océano Pacífico se enfrió “sustancialmente», según datos recogidos la semana pasada por esta organización.
Por su parte, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA, por sus siglas en inglés) pronosticó también hace una semana que El Niño llega a su fin y que lo hará entre los meses de abril y junio.
Coincide la Organización Meteorológica Mundial (WMO por sus siglas en inglés), que estima que hay un 80% de posibilidades de condiciones neutrales (ni El Niño ni La Niña) entre este abril y junio.
El último episodio de El Niño, que comenzó en junio del año pasado, llevó aguas más cálidas a la superficie del Pacífico, lo que agregó calor adicional a la atmósfera e hizo que aumentaran las temperaturas a nivel global, batiéndose récords históricos mes tras mes.
Lo que pueda suceder en los próximos meses es aún incierto, afirman los investigadores.
Las dudas que deja El Niño
Los recientes récords mensuales de altas temperaturas a nivel global han llevado a algunos científicos a temer que el mundo pueda estar entrando en una nueva fase aún más rápida del cambio climático.
Los expertos creen que los meses posteriores al final de El Niño ofrecerán una indicación más precisa de si las altas temperaturas recientes se deben o no a esta aceleración del calentamiento global.
Cada pocos años, la llegada de El Niño provoca importantes cambios en el clima en muchas partes del mundo.
La generalización de aguas más calientes que suben a la superficie frente a las costas de Perú se relaciona con el aumento de sequías e inundaciones en diferentes partes del mundo.
El nombre completo de este patrón es El Niño-Oscilación del Sur o ENOS.
Está marcado por tres fases diferentes: El Niño cálido, condiciones neutras y su etapa opuesta, un período más frío llamado La Niña.
El fenómeno de El Niño que ahora concluye se inició en junio de 2023 y alcanzó su punto máximo en diciembre.
El agua más caliente en el Pacífico ayudó a elevar a nuevos máximos las temperaturas promedio del planeta y este marzo se batió el récord mensual por décimo mes consecutivo.
La Niña
Pero ahora -y quizás más rápido de lo que se esperaba- El Niño llega a su fin.
La pregunta clave es qué sucederá después, y los científicos están divididos sobre cómo responderla.
Investigadores estadounidenses afirmaron recientemente que había un 60% de posibilidades de que La Niña se desarrolle entre junio y agosto, y un 85% de que esto suceda hasta el otoño boreal.
Los expertos de la Oficina Australiana de Meteorología creen que este tipo de predicciones deben formularse con cautela y esperan que las condiciones neutrales duren al menos hasta julio.
«Como nunca antes se habían visto las actuales condiciones oceánicas globales, las predicciones basadas en eventos pasados sobre cómo se podría desarrollar el ENOS en 2024 pueden no ser fiables», indicaron en un comunicado.
Según los investigadores, que se forme o no La Niña es algo de gran importancia.
Este fenómeno puede tener un significativo impacto en la formación de tormentas y huracanes y algunos expertos predicen que su llegada presagiaría una temporada de huracanes muy activa en el Atlántico.
El efecto de enfriamiento de La Niña también puede desacelerar ligeramente el ritmo del calentamiento global.
Esto podría indicar que las temperaturas récord experimentadas el año pasado no son la evidencia de que el mundo haya entrado en una fase de calentamiento más rápida.
¿Por qué se forman El Niño y La Niña?
Los científicos no están seguros de qué es exactamente lo que inicia el proceso. Pero, de vez en cuando, las condiciones de presión del aire cambian sobre el Pacífico ecuatorial, afectando los vientos alisios del sureste – de las regiones intertropicales- que normalmente soplan de este a oeste.
Algunos barajan que la rotación de la Tierra pueda afectar al movimiento de esos vientos, que actúan sobre la superficie del agua oceánica.
Aunque se sabe que el viento es el detonante, hay distintas teorías sobre por qué ese viento se altera, entre ellas la que sostiene que las variaciones en la actividad solar provocan calentamientos diferentes en el planeta y, a su vez, presiones diferentes.
Sea como fuere, durante El Niño los vientos alisios se debilitan, de manera que se mueve menos agua hacia el oeste, por lo que la parte central y oriental del Pacífico se calientan más de lo habitual.
A veces viene después un enfriamiento muy brusco y se convierte en La Niña, aunque también puede haber Niñas cuando no hay Niño, según los expertos.
Durante La Niña los vientos se fortalecen, por lo que la masa de agua calentada por el sol es empujada hacia el oeste.
Mientras tanto, en el Pacífico oriental, se eleva agua fría y profunda para reemplazar la caliente.
El Niño no tiene un período fijo: suele durar entre 9 y 12 meses y su intensidad también puede variar.
El desarrollo de este fenómeno suele ser monitoreado por centros meteorológicos internacionales que utilizan modelos climáticos y observaciones satelitales para predecir su aparición y potenciales impactos.
De la misma manera, La Niña no sigue un calendario fijo y su frecuencia e intensidad pueden variar.
Los eventos de La Niña pueden durar de 9 meses a 3 años, y su predicción también depende de observaciones climáticas y modelos meteorológicos avanzados.
Los científicos continúan estudiando ambos fenómenos para mejorar las predicciones y entender mejor su impacto en el cambio climático global.